LOS TRAVIESOS AVENTUREROS
LOS TRAVIESOS AVENTUREROS
Por Talía Soledad Velázquez Bogado
En un lugar distante, donde reina la paz, la tranquilidad; en una humilde vivienda, habitaba una familia humilde y numerosa. Dentro de la misma convivían unos, mitã’i akãhatâ (niños cabezudos) cuyos nombres eran Luis, Matías, Lucas, Carlos y Juan.
En un día soleado de primavera, el sol brillaba con todo su esplendor al mediodía sobre la colina verde que queda detrás la casa. Los niños traviesos aprovecharon la ausencia de los mayores para ir a recorrer el campo. Había ciertos lugares que para ellos estaban prohibidos pisar (maizal, cañaveral etc.) Luis, Matías y Lucas querían jugar a las escondidas, sin embargo, Carlos y Juan ya querían regresar a casa. Los niños no se pusieron de acuerdo para hacer tal actividad.
- Luis dijo: ¿Y si aprovechamos el momento para llevar caña de azúcar?
- Matías: vamos, vamos.
- Lucas: ¡No, no! Mamá dijo que ese lugar era peligroso. Además está prohibido ir ahí.
- Carlos: Lucas tiene razón, eso dijo mamá.
Juan apoyó la idea de Luis. Entonces como la mayoría ganó, fueron rumbo al cañaveral. Llegaron al lugar y como eran tan traviesos, corretearon entre las cañas de azúcar, cuando de repente escucharon un silbido muy fuerte. Al principio no hicieron caso, pero luego escucharon otro silbido, esta vez tan fuerte que hizo que la piel se les erizara. Entonces, un largo silencio se apoderó de ellos.
Cuando la calma volvía a reinar en el ambiente, de repente apareció un niño de ojos azules, cabellos dorados como los rayos del sol, con una vara en la mano. Este se les acercó lentamente. Todos lo miraron muy asombrados. Él les invitó a que le acompañaran a buscar miel al bosquecito del fondo que estaba más allá del cañaveral.
- Luis: ¡Vamos!
- Lucas: No, no. Ya vinimos demasiado lejos. Tenemos que volver.
- Carlos: Sí, Lucas tiene razón; tenemos que regresar a casa
- Luis: Miedosos!, entonces yo me voy solo.
Su actitud lo llevó a actuar de una manera muy irresponsable. Los demás volvieron corriendo a casa, porque con todas las cosas que estaban haciendo se les pasó muy rápido el tiempo. Ya era muy tarde y su madre ya los estaba esperando muy preocupada.
- La mamá: ¿Dónde se habían metido? ¡Ya es muy tarde! ¿Y Luis?
Todos los niños respondieron al mismo tiempo que Luis se había ido con un niño extraño en busca de miel hacia las profundidades del bosque. La mamá asustada les recordó que estaba prohibido que los niños recorrieran solos por ahí.
- La mamá: ¿Cómo era el niño con quién se fue Luis?
Los niños lo describieron tal como lo vieron. La señora sintió escalofríos porque sabía que se trataba de Jasy Jatere. La señora llamó a sus vecinos y entre todos fueron a buscar a Luis. Recorrieron intensamente cada rincón del cañaveral pero no pudieron encontrarlo. Siguieron con la búsqueda por días y no hubo rastros del niño, hasta que apareció al tercer día en el mismo lugar donde se había separado de sus hermanos. Luis estaba desorientado y cansado. La gente que lo estaba buscando se alegraron al verlo.
Entonces, empezó a relatar lo que le había pasado. Dijo que las personas pasaban junto a él pero no lo veían, que él les hablaba pero no lo escuchaban y que siempre estuvo acompañado del niño de ojos azules, cabello dorado y la vara en la mano. Dijo que una vez que el niño se alejó de él, lo pudieron encontrar.
Muy felices, volvieron a sus casas, especialmente Luis quien, a pesar de estar muy arrepentido por su desobediencia, estaba más que contento de volver con su familia.