¡SHAKE PORA!
¡SHAKE PORA!
Por José Luis Santacruz
En el “Cerro dos de Oro”, situado en el Distrito de Capiibary, del Departamento de San Pedro, se dice que hay un pequeño duende que vigilaba la naturaleza y los animales que viven en la colina. Es un ser pequeño y feo con los pies muy peludos, pelo negro, ojos brillantes que aterrorizaba a las pocas personas que lo podían ver. Era el señor de las noches y se le llamaba Póra.
Cierto día Hernán y su cuadrilla idearon tener una aventura y empezaron a escalar hasta encontrar una gruta. Uno de ellos tuvo mucha curiosidad y se asomó a mirar qué había adentro. De repente sintió escalofríos y quedó paralizado al escuchar ruidos como voces de animales que venían del interior de la gruta. Entonces, las hojas de los pocos árboles que allí había empezaron a moverse. Lo que no sabía y estaba a punto de descubrir era que esa gruta habitaba el Póra.
Se trataba del Pyrague, el personaje del que tanto hablaba su abuelo. En ese momento recordó que podía hablarle aún sin verle. Entonces, Cristóbal, dio la vuelta y preguntó a sus amigos si aún tenían las chipas que llevaron para compartir. Levé sacó de su bolso tres doradas y deliciosas chipas y se los pasó a Cristóbal. Entonces, Kitó (así le decían sus amigos) dijo:
Kitó: Venimos aquí porque nos gusta compartir como amigos y nos encanta contemplar la naturaleza.
Hernán: Es verdad, y queremos compartir contigo nuestra merienda.
Entonces, dejaron sobre una planta de karaguatá las chipas envueltas en un paño blanco, que pronto vieron desaparecer entre los matorrales. En ese momento la cueva se iluminó y se encontraron con animales de todo tipo, nidos de aves, cachorros de comadreja y otros muchos animalitos que la gente del pueblo suele perseguir y a veces los mata sin razón.
Allí comprendieron también que el Póra pyrague era el que cuidaba de ellos y que siempre les permitiría verlos siempre que no tengan intenciones de hacerles daño y los cuiden.