ENCUENTRO CON EL TEJU JAGUA
ENCUENTRO CON EL TEJU JAGUA
Por José Adrián Brítez Lezcano
Contaba mi abuelo, que allá por las cavernas del cerro Yaguarón, habitaba el terrible Teju Jagua. Esa fiera mezcla de lagarto gigante con siete cabezas de perro, que arrastraba a sus presas en los abismos del cerro. Algunos dicen que el Teju Jagua se había vuelto herbívoro y que sólo se alimentaba de frutas… Otros cuentan que se trataba de un guardián de un bosque donde había un río de miel.
Una mañana de otoño, bien temprano, mientras tomábamos mate, le pregunté a mi abuelo:
- Abuelo, ¿el Teju Jagua se come a la gente?
- Nooo, es un ser dócil e inofensivo, aunque asusta bastante con su mirada de fuego. Pero, eso sí Andresito, hace mucho que nadie lo ve, aunque algunos días de amenazo de lluvia se puede escucharlo rugir tan fuerte, que hace caer piedras del cerro.
- ¿En serio?, pregunté medio incrédulo.
Durante varios días me quedé pensando en lo que me contó mi abuelo. Una tarde, mientras estábamos jugando tuka´ẽ kañy con mis amigos, descubrí un caminito escondido que llevaba al cerro. La curiosidad por ver a dónde llegaba hizo que me olvidara del juego y lo siguiera. Sin pensarlo dos veces, al llegar al cerro, empecé a subir y subir. Cuando miré para abajo, me di cuenta que ya estaba en la cima. Fue entonces que sentí que algo se movió detrás de mí. Un sudor frío me recorrió la espalda y quise gritar. Pero una voz me habló desde una cueva diciéndome:
- ¿Qué haces solo por acá? Ya está por llover. Tienes que volver a casa.
Pensé por un momento que se trataba de una persona, pero al observar entre los árboles, vi 14 pequeñas llamas encendidas desde donde venía la voz. Entonces me atreví a preguntar:
- ¿Quién eres?
- Vos ya me conoces. – me respondió – Tu abuelo te ha contado mucho sobre mí.
Por un momento, guardé silencio. Sabía ya de quien se trataba. Pero luego, me atreví a preguntar:
- Mi abuelo dice que eres inofensivo. ¿por qué no te haces ver a otras personas?
- Es que la gente me juzga por mi aspecto. “¡¡Monstruo!!” me gritan. Me tienen miedo, sólo porque soy diferente. Y muchos han empezado a quemar los bosques o a talar los árboles que tanto amo. En poco tiempo ya no quedará nada. Eso me da mucho miedo y por eso me escondo, y sólo salgo los días en que hay amenazo de lluvia.
- Pero la gente tiene que saber que no eres malo ni peligroso.
- La gente se deja guiar por las apariencias y sus propios intereses, y desde allí deciden – me dijo –
De repente un gran rayo, hizo que me cayera al suelo. Cuando desperté, estaba en mi cama y mi abuelo, acariciándome el cabello.
- ¡Abuelo! – le dije – ¡Conocí al Teju Jagua!
Él me sonrió y pareció entender lo que pasaba. No estoy seguro si la historia la viví o la he soñado, pero lo cierto es que conocí al Teju Jagua, y con él aprendí dos cosas: que no debemos juzgar a nadie por sus apariencias y que debemos proteger los bosques para que todos tengamos un habitad más saludable.