El moñai protector del túnel
El moñai protector del túnel
por Fanny Ramírez González
Había una vez en el pueblo de Capiibary, un señor vagabundo llamado Don Kaló, que siempre se pasaba contando que en el cerro Dos de Oro hay un túnel construido por los jesuitas, y que en él habitaba el terrible y temeroso “Moñái". Don Kaló cuenta que en el túnel encontraron piedras preciosas como diamantes, pero también repetía que uno solo pudo salir vivo del allí.
Una mañana, los hermanos Juana y José, mientras jugaban en el patio de su casa, vieron pasar a Don Kaló. Ellos se miraron y José dijo a su hermana:
- José: Mira ese señor Juana vamos a seguirlos.
- Juana: Sí vamos.
Y entonces lo siguieron, como a unos 100 metros de distancia. Lo vieron dirigirse hacia el cerro.
- José: Vamos rápido para alcanzarlo, antes que se suba al cerro.
- Juana: Sí, vamos.
Corrieron y al llegar al cerro, de repente, el señor vagabundo, desapareció. Juana y José quedaron asombrados y empezaron a sentir un sudor frío que les corría por la espalda, después de unos minutos, José preguntó:
- ¿Dónde se metió el señor?
- Juana: ¡No lo sé!
- José: ¿Qué tal si subimos para ver dónde se metió?
- Bueno, vamos.
Empezaron a escalar, cuando Juana dijo:
- ¡Espera! ¿Y si nos sale el Moñái del túnel?
- José: ¡Que miedosa eres! ¡Vamos!
Y empezaron a subir al cerro, y cuando estaban a punto de llegar a la cima, volvieron a ver de nuevo al vagabundo misterioso entrando a un túnel. Y lo siguieron. Al llegar ahí, se llevaron una gran sorpresa: encontraron al vagabundo alimentando a un cachorrito de Aguara'i. Entonces Juana se acercó le preguntó al señor:
- Juana: ¿Qué haces en el túnel señor?
- Don Kaló: Traje acá al túnel al cachorrito para alimentarlo y cuidar de él para que no le hagan daño.
- José: Pero, ¿de quiénes señor?
- De las personas que se suben a explorar el cerro.
- Juana: Señor, se dice que acá en el túnel vive el Moñái y que nadie sale vivo de acá.
Mientras Juana hablaba al vagabundo, éste agarró al cachorro y tras lanzar un gran grito, corrió tras los niños, pero estos tratando de escaparse se tropezaron y cayeron.
De repente se escuchó una voz que llamaba desde lejos:
- Mamá: José, María… José, María…
La voz se escuchó más fuerte… y esta vez se escuchó.
- Mamá: José, María… ¡hora de levantarse para ir a la escuela!
Ahí entendió José que todo era un sueño. Parecía tan real todo lo vivido. A partir de entonces, aprendió que no hay que juzgar a la personas por su apariencia y debemos amar y cuidar de los animales.