LA JUSTICIA DE MBOI TU´Ĩ
LA JUSTICIA DE MBOI TU´Ĩ
Por Rebeca Noemí Gavilán Aguilar
Cuentan mis abuelos que, hace mucho tiempo, allá por el valle de Tobatí cerca del Cerro Kavajú, vivía una anciana indígena en una humilde casita con paredes de lodo y techos de paja. Ella era viuda y tenía tres hijos: Kuarahy, Ñemity y Py´a Mokõi.
La tranquila familia se dedicaba completamente a la agricultura, el cuidado de los arroyitos, humedales y los verdes bosques. Estos hermanos eran muy obedientes a la madre, excepto Py´a Mokõi, al que le había nacido la desobediencia y la incredulidad en el corazón.
Esto preocupó mucho a la anciana y, entonces empezó a reunir a sus hijos todas las noches alrededor de una fogata, para hablarles acerca del temible Mboy Tu´ĩ, quien era el amo de los bosques, humedales, flores, frutas y animales acuáticos. Ella pidió a sus hijos cuidar de la tierra y los recursos naturales para estar en paz con Mboy Tu´ĩ. Pero Py´a Mokõi se oponía a los consejos de su madre y de sus hermanos mayores. Después de un tiempo, la anciana murió dejando huérfanos a los tres hermanos.
Una cálida mañana, Ñemity y Kuarahy fueron a trabajar a sus cultivos, mientras que Py´a Mokõi se quedó solo en la casa. De repente un sonido extraño retumbó en aquel lugar. Py´a Mokõi primeramente se asustó, pero luego, animado por su curiosidad, se asomó a mirar de dónde provenía aquel ruido.
Grande fue la sorpresa de Py´a Mokõi, cuando vio llegar una caravana de vehículos con hombres que no eran del lugar. Estos señores se acercaron a él y, tras una larga conversación, le preguntaron qué quería a cambio de esas tierras. Py´a Mokõi, en su imprudencia y poco temor a las promesas que le hizo a su difunta madre y a sus hermanos, vendió toda la tierra de su familia por una gran suma de dinero. Luego, huyó del lugar.
Fue así como, sus hermanos Ñemity y Kuarahy, fueron desalojados de aquella tierra donde crecieron junto a su madre. Desolados y consumidos por la tristeza, fueron en busca de otro lugar tras la cruel traición de Py´a Mokõi.
Aquellos hombres que venían de lejos tomaron posesión de las tierras y talaron hasta el último árbol. Así fue como la contaminación llegó a los lagos, humedales y todo lo que había en el verde y fresco bosque.
Éste atroz hecho enfureció mucho al Mboy Tu´ĩ y se alejó de aquel lugar. Al quedar aquellos campos sin su protector, los frutos de esas tierras fueron escasos y amargos, como el corazón de Py´a Mokõi, quien terminó sus días en soledad y amargura.